"Querido diario, he aprovechado esta época de vacaciones para hacer una pequeña reflexión. A mí, desde que tenía uso de razón, me ha llamado la atención el baloncesto.
Cogía y me pegaba horas delante del televisor viendo partidos de cualquier categoría que dieran televisado. También, de vez en cuando, nos reuníamos los compañeros de clase para ir a la cancha del barrio a jugar un rato a dicho deporte. Por ese entonces les decía a mis padres que yo quería practicarlo y jugarlo, por lo que estaba como loco por apuntarme en el equipo del pueblo. Mis padres, muy futboleros ellos, me decían que ese deporte no me convendría, que lo que tenía que ser era futbolista; a pesar de mi negativa a ello. ¡Encima me decían que tenía que ser el próximo Messi o Cristiano! y yo digo ¿Y si no llego a ser un Messi o Cristiano que me va a pasar?"
"Actualmente me encuentro jugando al fútbol y cada vez que tengo entrenamiento o partido lo afronto sin tener ganas de hacerlo. Lo que más ganas me dan es que cuando acaba voy corriendo a casa y me pongo cualquier partido que estén dando de baloncesto. ¡Ahí sí que disfruto! Creo que como siga mucho tiempo en esta situación, dejaré el fútbol por aburrimiento y dejaré de ver el baloncesto por la impotencia que provoca dicha situación. Y yo me pregunto ¿Estoy dónde quiero o dónde quieren?"
No caigamos en el error de decidir nosotros por los niños. No impongamos a nuestros hijos algo que ellos no van a disfrutarlo. Si realmente quieres que tu hijo/a disfrute, deja que ella decida lo que le gusta y lo que no. El decidir nosotros por ellos provoca dejadez en el niño y lo peor, le estamos quitando sus sueños, sus ilusiones, sus ganas de divertirse.
Cuando a un niño le quitas sus ganas de divertirse, automáticamente deja de ser un niño.