¿Son estos los problemas que afectan al fútbol base? ¿Estás de acuerdo? A continuación enumeramos una serie de problemas que nos podemos encontrar cada semana en el fútbol de los más pequeños.
Primero, la falta de un modelo o mal modelo de referencia. Es sabido por todos que hay equipos de fútbol base que sólo se dedican exclusivamente a ello, por lo tanto, carecen de un equipo regional al cuál aspirar. También está quién tiene dicho referente regional y son un mal ejemplo, ya sea, por unos hábitos inadecuados o por otras razones negativas. Esta idea se puede aplicar tanto a entrenadores como a los niños.
Segundo, educar el entrenamiento invisible. Este tema es el que, quizás, pase más desapercibido o para los entrenadores es tabú dentro del mundo del fútbol. Cuando se habla de educar el entrenamiento invisible es enseñar al niño a llevar una dieta los días de partido y entrenamiento, a descansar las horas estipuladas, el alcohol y las fiestas; pero sobretodo enseñar a jugadores de cadete para arriba la repercusión que tiene el sexo cuando juegas un partido el mismo día. Estos problemas existen y los entrenadores no lo pueden obviar. Es aquí cuando empieza la labor de erradicar el "padre cantinero".
Tercero, un infierno en forma de resultado. Muchas veces no nos damos cuenta del daño que les hacemos a los niños. Un jugador que sale de la caseta después de acabar un partido en el que han perdido o no le han salido las cosas se le puede hacer muy duro llegar a su casa. ¿Por qué? Primero tiene que aguantar los comentarios negativos del entrenador. A medida que va pasando por la grada se encuentra con los padres del equipo, quiénes también le hacen comentarios sobre su actuación o la del equipo. Después, suele encontrarse con ese directivo que también le hace algún comentario al respecto. Cuando una vez logra salir del campo, si haber recibido nada positivo desde que entró, se encuentra con sus padres, los cuales le recriminan lances del juego, añadiendo algún comentario despectivo hacia el entrenador. Algunas veces se da el caso en que el entrenador o los aficionados le gritan al chiquillo "No haces nada bien" "Qué malo eres" sin importar si es su hijo o del equipo rival, lo que puede conducir a que le dé un ataque de ansiedad. Todo este panorama es el que se vive día a día en los campos de fútbol y que hace que los niños tengan menos ganas de practicar este bonito deporte.
Cuarto, padres cantineros. Tema delicado, ya que viene producido por la ingesta de alcohol en partidos de fútbol base. Entiendo que las cantinas se sustenten gracias a vender alcohol pero creo que el problema viene por los propios padres que deciden estar en la cantina o en la grada viendo el partido con el vaso de cerveza en la mano. Esto motiva que luego se ría de su propio hijo con comentarios despectivos o lo haga con un compañero, un rival o el propio árbitro. Lo peor es que sus hijos los tienen como referencia y la imagen que se les da es de que "si no llego a ser futbolista, quiero estar en la cantina con mi vaso de cerveza viendo partidos".
Quinto, el padre como referente negativo. Otro problema que tiene que ver con el padre es el de ese que se pone a decirle al hijo "cuando yo jugaba…". Al niño lo martiriza con sus comentarios acerca de lances del juego "si fuera yo seguro que lo haría mejor" "si hubiese sido yo lo metía con el culo" "cómo se te ocurre hacerle eso al rival, si fuera yo te aseguro que le hago una entrada que no vuelve a pasar por mi lado".
Sexto, jugador "calientabanquilos". Hay entrenadores que no entienden que en el fútbol base no importan los resultados sino la formación de los niños. No se explica cómo hay niños que juegan diez minutos en un partido de cuarenta o sesenta minutos de duración. Se excusan en que no tiene la calidad suficiente para jugar más, o simplemente porque al niño lo ve con sobrepeso. ¿Cómo quiere que ese niño baje de peso o aumente su calidad si en los partidos no le da confianza para que mejore o haga ejercicio? Esto produce lo que yo llamo el jugador "calientabanquillos". Aunque también hay entrenadores que por un mal resultado de su equipo o porque el rival es mejor que ellos, le denieguen a darle agua al equipo. Esto es algo que no pasa mucho, pero sólo con que exista un caso en el mundo hay que erradicarlo. Es una conducta gravísima.
Séptimo, al fútbol por obligación. Existen niños que no les gusta nada este deporte y sólo van porque los padres quieren que sea futbolista, porque quieren que este con sus amigos o, muchas veces, porque quieren que sus hijos lleguen lejos, a dónde ellos no pudieron llegar en su día. Por el mismo estilo son los padres que no tienen ningún gusto por el fútbol y, aún sabiendo la hora que tiene que estar el hijo en el campo, se levantan tarde haciendo que ni siquiera le dé tiempo a llegar a jugar. Esto hace que muchos chiquillos estén a disgusto y, aparte de perjudicarse ellos, lo hagan con el entorno.
Octavo, cuotas y niños. Hay algunos clubes que tienen como norma que no dejan a jugar a los niños si sus padres no han pagado las cuotas. Por el lado de los clubes me parece una mala norma, ya que; primero, los niños no tienen culpa, están para aprender; y segundo; el club no está para forrarse con los niños sino para hacerlos crecer como futbolistas para que un día su regional les aporte los beneficios correspondientes.
Noveno, lesión grave de un niño. Cuando suele producirse una lesión de larga duración en un niño, la gente se olvida del lesionado en sí y se dedican a otra cosa. Por desgracia es frecuente ver cómo, mientras el niño permanece en el suelo retorciéndose de dolor, sus padres, entrenador o aficionados se afanan en buscar follones con los que entienden ellos que son los responsables de esa lesión, ya sea el niño rival, el árbitro, los padres, etc. Y si a eso le añadimos que, generalmente, la ambulancia tarda bastante en llegar… El niño dirá ¡Es para no volver a jugar más!
Décimo, Padre / Entrenador / Hijo. Hay ocasiones en que, en un equipo coincide que, el entrenador es el padre de uno de los niños. No debería de tener ningún problema visto desde fuera, pero internamente se debe evitar eso. Por muy bueno que sea el entrenador o el niño, siempre existen los comentarios (generalmente dirigidos al hijo) "Juegas porque el entrenador es tu padre" "dile a tu padre…" Comentarios que van destrozando la moral del niño y el padre y que hacen que no se disfrute de la temporada por ninguna de las dos partes.
Undécimo, machismo en el fútbol. Hay que tener cuidado porque cada vez se ven más comentarios machistas en el fútbol base. Ya sea cuando hay una niña en el campo o porque una mujer quiere entrenar a un equipo. Para este último caso existen personas que piensan que una mujer nunca estará cualificada para entrenar a un equipo de fútbol.
Duodécimo, árbitros. ¿Por qué nos metemos tanto con los árbitros? Parece que vamos a los campos a soltar todo lo mal que nos ha ido la semana. Un colegiado que empieza es como cuando empieza nuestro niño en prebenjamines. ¿Nos gustaría que el entrenador insultará a nuestro hijo cada vez hace algo mal? ¿Y por qué lo hacemos con ellos? Es más, estamos dando un mal ejemplo a todos los niños que están jugando el partido. Esos chiquillos acabarán viendo como algo normal ponerse en la grada a insultar. Así se pueden ver como benjamines, por ejemplo, después de acabar su partido se sientan a ver el siguiente y se ponen a insultar al árbitro. ¡ES TRISTE! También debemos de pensar que detrás de ese chico vestido de negro se esconde una vida de la cual no sabemos nada, al igual que pasa con cada futbolista. Empecemos a enseñar a que cada persona que interviene en un partido se merece ser tratado con todos los respetos y desde la forma más respetuosa que exista desde niños, padres, madres, aficionados, directiva, entrenador, jugador y ÁRBITRO.